Hay una presión. Un peso. Una sensación de ahogo que me persigue. Ansiedad. Me falta el aire. Mi boca se seca. Mis pulmones se vacían. Noto como mis células luchan por sobrevivir. El equilibrio homeostático se ha roto. Luchan por no secarse, por no perecer. Me duele el pecho. Me cuesta respirar. Imágenes. Voces. Palabras sin sentido. Retorno al pasado. Vuelvo al presente. Reboto en un futuro sin sentido. Y vuelta a empezar. Las manos están entumecidas. Los pies helados. Noto un extraño hormigueo por la espalda, que sube y sube hasta mi nuca. Ahí repiquetea, se hace intenso. Duele. Me doy cuenta de que algo se está desprendiendo de mí, que algo se separa. Se va. Huye. Se aleja. Coge carrerilla y vuelve corriendo hacia mi. Choca conmigo y vuelve a entrar arrasando todo lo que encuentra a su paso. Sigue desecando mi cuerpo. Escucho a mis células gritar, a mi cerebro debatirse entre tantas malas opciones.
Es la soledad, que ha venido unos días de visita. Ya sabes, la Navidad le hace acordarse de los viejos amigos.
Cada célula del cuerpo humano se regenera, de media, cada siete años. Como las serpientes, a nuestro modo, mudamos la piel. Biológicamente somos personas nuevas, aunque quizás parecemos los mismos. El cambio no es visible, o al menos no en la mayoría, pero todos cambiamos por completo... para siempre.
Cuando decimos que la gente no cambia, los científicos se echan las manos a la cabeza, porque el cambio es la única constante en la ciencia. La energía, la materia, siempre están cambiando, metamorfoseándose, fusionándose, creciendo, muriendo. Lo antinatural es que las personas intentemos no cambiar, que queramos aferrarnos a como era todo antes en vez de dejar que sea lo que es. Que queramos aferrarnos a viejos recuerdos en lugar de generar otros, que insistamos en creer que, pese a los indicios científicos, todo en la vida es permanente.
El cambio es constante...
Cómo vivamos ese cambio depende de nosotros. Puede parecernos la muerte, o una segunda oportunidad en la vida. Si nos relajamos, y nos dejamos llevar, puede parecernos pura adrenalina. Como si en cualquier momento tuviéramos otra oportunidad, como si en cualquier momento pudiéramos nacer de nuevo.
PD: ... pero por muy bicho raro que seas, al final, es muy posible que encuentres a tu media naranja... a menos que ya haya decidido pasar página. Cuando se trata de amor, ni los bichos raros pueden esperar para siempre.
Tengo el blog abadonado. Tengo la facultad abandonada. Tengo el trabajo abandonado. Tengo mi casa abandonada. Tengo mi vida abandonada, vacía, extendida sin sentido a lo largo del tiempo. Sonrío, finjo y levanto muros increbrantables alrededor de mi cuerpo desolado. Me cito a mí mismo:
"Estoy cerca de ninguna parte, lleno de direcciones que seguir y caminos que descubrir. Vivo a la orilla de mí mismo, mirando horizontes como estrellas lejanas. Me asomo a precipicios dolorosos por donde se escapa el aire. Duermo para soñar de lo que huyo cuando estoy despierto. Respiro gotas de aire y bebo brisas de agua. Me contradigo en cada palabra. Allano los caminos de otros, y me quedo con la tierra que les sobra. Vivo sin vivir, cercano al olvido pero siempre presente. Calculo el extremo de la vida, para acercarme al máximo. LLoro cuando no es necesario, y respiro porque no me queda más remedio. Sueño despierto lo que no encuentro cuando duermo. Cada día es igual que el anterior, pero distinto al de mañana. Acaricio cuerpos que me repelen, y abrazo cadáveres en la oscuridad. Escucho lo que dices. Leo lo que escribes. Resisto la embestida. Me cobijo en brazos inertes. Me precipito."
- Los padres también se equivocan. Que sean adultos no quiere decir que sepan lo que está bien. Es más, algunos adultos se equivocan casi siempre.
- Eso ya lo se.
- Bien. Quiero que me prometas una cosa: que no les harás caso. No les creas si dicen que no eres tan bueno como los demás, ni tan listo, ni tan especial. Algún día puede que se den cuenta, y podrás decirles que no importa, porque tu ya lo sabías. Lo sabías antes que ellos...
"No se qué está pasando. No se qué nos ha ocurrido, ni qué extraño imán ha hecho que nos encontremos por el camino.
No se si te gusto en realidad, o si me gustas tu a mi. No se si solo soy la persona que te da lo que él no puede darte, o si tu eres la persona que borra mi soledad y me da calor cuando quiero un abrazo. No se si me utilizas, y no se si yo lo estoy haciendo. No se si te estas enamorando de mí, o si yo me estoy enamorando de ti. No lo sé.
Pero quizás tampoco sea el momento, ni el lugar, ni el tiempo, ni el universo cuántico para algo así, por lo que no me queda más remedio que fingir que nada ha ocurrido, y hacer de ti un completo desconocido.
Tengo que hacer como si no hubiésemos estado hablando últimamente hasta casi el amanecer. Tengo que hacer como si no conociera algunos de tus miedos, de tus ilusiones, de tus proyectos de tu futuro, de tus frustraciones y de tus deseos de cosas imposibles. Ahora tengo que hacer como si no me gustara hablar contigo, como si no me gustara pasar tiempo contigo, y como si no quisiera un cine, un viaje o un concierto contigo. Tengo que intentar no pensar en todo lo que nos reímos juntos, en la química que desprendemos y que tanto nos acerca, en lo freaks que podemos llegar a ser, y en la ilusión que veo en tus ojos cuando nos vemos. He de olvidar las ganas de que vengas a verme, de la llamada al final del día, del mensaje sorpresa.
Mi cuerpo ha de olvidar el temblor de tenerte cerca, y las miradas en las que se leía todo. Ahora he de hacer como si no conociera cada palmo de tu cuerpo, como si no conociera tu olor, tus manos, tu pecho. He de evitar una mirada más larga de lo necesario, una frase que pueda dejar entrever que ha existido algo entre tú y yo. Tengo que hacer como si nunca te hubiera tenido entre mis brazos, como si no quisiera alargar hasta casi el infinito las 3 noches que he pasado abrazándote. Ahora he de hacer como si no te hubiese acariciado la espalda como más te gusta, y que no he rozado mis pies con los tuyos. He de olvidar tu mano buscando la mía en la oscuridad, y he de dejar de buscar con mi brazo tu cuerpo al amanecer. He de olvidar el peso de tu pierna sobre la mía, ytus manos acariciándome el pecho y abrazándome con fuerza. Y he olvidar también el único beso que me has regalado, y que aún noto en mis labios."
Se que querías leer algo dedicado a ti, que alguien cogiera sus sentimientos y los transformara en palabras. Se que querías sentir lo que se siente cuando te escriben, cuando ponen sobre papel lo que piensan y sienten por ti. Pero también se, y soy muy consciente de ello, que no soy la persona que tanto quieres, deseas y anhelas que lo haga.
No puedo ofrecer nada, ni prometerte nada, y creo firmemente que así ha sido. No puedo decirte qué va a pasar, ni que nos va a deparar un destino que no sabemos ni podemos controlar. El pasado está cada día más lejos, y el futuro es algo incierto y lejano. Así que te ofrezco lo único que tengo… hoy.
Estoy cerca de ninguna parte, lleno de direcciones que seguir y caminos que descubrir. Vivo a la orilla de mí mismo, mirando horizontes como estrellas lejanas. Me asomo a precipicios dolorosos por donde se escapa el aire. Duermo para soñar de lo que huyo cuando estoy despierto. Respiro gotas de aire y bebo brisas de agua. Me contradigo en cada palabra. Allano los caminos de otros, y me quedo con la tierra que les sobra. Vivo sin vivir, cercano al olvido pero siempre presente. Calculo el extremo de la vida, para acercarme al máximo. LLoro cuando no es necesario, y respiro porque no me queda más remedio. Sueño despierto lo que no encuentro cuando duermo. Cada día es igual que el anterior, pero distinto al de mañana. Acaricio cuerpos que me repelen, y abrazo cadáveres en la oscuridad. Escucho lo que dices. Leo lo que escribes. Resisto la embestida. Me cobijo en brazos inertes. Me precipito.
